1 de Diciembre 2016. Manuel Agustin Heredia. El ingenio empresarial y la minería malagueña

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1 de Diciembre 2016. Manuel Agustin Heredia. El ingenio empresarial y la minería malagueña

Manuel Agustin Heredia (Rabanera de Cameros 1786-Málaga 1846) llegó a Málaga proveniente de la localidad de Rabanera de Cameros, pueblo profundo de la comarca Riojana de algo más de 200 habitantes (hoy día apenas llega a la treintena) enclavado en la Sierra de Cameros, donde la vida se situaba en torno a los ganados, la trashumancia y la lana que se obtenía de las ovejas. La Sierra de Cameros eran tierras muy duras y agrestes, donde el frío y la hambruna de aquella época de finales del siglo XVIII, imprimían el sello propio de la austeridad de las formas de vida y la búsqueda de nuevos horizontes, en un entorno natural severo. Las migraciones se establecían de forma inversa de norte a sur buscando nuevos destinos en zonas con recursos aún inexplorados, donde labrar un porvenir al amparo de la buenaventura. Pronto Manuel Agustín se estableció de dependiente en Vélez-Málaga en una tienda de ultramarinos, si bien su capacidad empresarial y su inquietud personal lo llevarían a un poderío financiero e industrial que el nunca hubiese imaginado….el gran precursor de la siderurgia española.

Manuel Agustín Heredia. Promotor de la revolución industrial en España

Siglo XIX. Ubicación de la zona industrial malagueña

Siglo XIX. Ubicación de la zona industrial malagueña

La grandeza empresarial del personaje llegó no obstante de la mano y la riqueza de los recursos geológicos-mineros de nuestra provincia, principalmente grafito, hierro y plomo. Desde 1749, ya se explotaban en la Sierra de Benahavis, la Mina Marbella, concesión minera que trabajaba de manera fraudulenta y caótica ricos grafitos utilizados en los crisoles de fundición de Sevilla y Estepona, competidores de grafitos ingleses y alemanes. El grafito, una variedad de carbono puro de baja temperatura, de apariencia grasa y escamosa, y mal conductor térmico (refractario), aguantaba las altas temperaturas de los hierros fundidos y los arrabios sin dificultad, incluso hasta los 3000ºC, lo que era muy apreciado para la fabricación de crisoles.

Haba de grafito de Benahavis. 8x7cm. Col. Romero Silva

Haba de grafito de Benahavis. 8x7cm. Col. Romero Silva

Ya Manuel Agustín se había fijado en aquél recurso gracias a los informes y primeras investigaciones de la Sociedad Económica de Amigos del País, y en tal empeño establece sus primeros contactos con el mundo empresarial en Gibraltar donde se dedica a la exportación de dicha materia prima. Tras el grafito, iniciados sus negocios en torno a 1808, cuando todavía padecíamos las terribles ocupaciones francesas, Manuel Agustín funda la Sociedad de la Concepción en 1826 para explotar las ricas reservas de hierro de la Mina el Peñoncillo, también llamada la Concepción a apenas 4 km de Marbella y al pie de Sierra Blanca. Es el comienzo de la increíble industrialización de la provincia de Málaga a comienzos del siglo XIX, que le lleva al montaje de tres altos hornos de fundición, dos ferrerías en Marbella – La Concepción y el Ángel -; y una tercera fundición más especializada – La Constancia en 1833 – en las playas de Huelín en Málaga para el afinado del arrabio. Ello conduce a Málaga en aquel periodo y hasta mediados del XIX, a ser la segunda ciudad industrial de España tras Barcelona, y la fundadora de los primeros Altos Hornos de nuestro país, la gran precursora de la industrialización en el norte del país.

 

Sin embargo fuera de los aspectos históricos mas estudiados y conocidos, Manuel Agustín Heredia en su ahínco empresarial y profesional y con su gran ingenio natural, se topó con numerosos problemas metalúrgicos que le acarrearon pérdidas importantes de capital. Sus objetivos de hombre de empresa de minimizar costes, aumentar la producción y el beneficio del procesamiento de la materia prima, obstaculizada por la compleja naturaleza refractaria del mineral que explotaba – la magnetita -, le fortaleció en su empeño de renovarse y constituirse casi sin querer en el padre de la Revolución industrial en nuestro país – el antecesor de los altos hornos asturianos y vascos -, en una Andalucía profunda y atrasada que no salía del subdesarrollo económico y social.

La magnetita definida como óxido ferroso férrico posee una riqueza en hierro de hasta el 72% pero su fuerte empaquetamiento compacto de sus moléculas (estructura tipo espinela) y sus celdillas cristalinas, la hacen resistente a la fusión de ahí su naturaleza refractaria, con lo cual requería temperaturas de alto horno de hasta 1530ºC, una elevada exigencia para los hornos y la limitación de la tecnología industrial de la época. El carbón vegetal de los bosques, ya diezmados de por sí, no suministraba el adecuado poder calorífico para mantener temperaturas constantes. Por otro lado, Málaga era deficitaria en carbón mineral, no había, lo que obligaba al empresario a importarlo por barco de Inglaterra o de Asturias con sus elevados cánones y dependencias, pues el ferrocarril de Córdoba a Málaga no estaba todavía operativo para traer la materia de la Cuenca Carbonífera del Guadiato (Peñarroya-Bélmez). A ello había que sumar el carácter magnético del mineral y el hecho de estar impurificado por azufre, pirita, y pirrotina, sulfuros habituales de la mina, lo que conllevaba ciertas dificultades de separación y tratamiento, que Heredia trató de solventar desdoblando y oxidando el mineral magnetita a ferroso mediante la reacción Fe3O4+CO= 3FeO+C02 ,y utilizando fundentes como la caliza para dar fluidez y combinarse con las indeseadas impurezas, para lo que hizo traer maestros especializados ingleses, franceses y del Piamonte italiano para agilizar el beneficio, la trabajabilidad y ductibilidad del acero, en definitiva su calidad, y finalmente optimizar el coste final de la mena procesada de hierro.

Hacia 1840, en época de Isabel II y como ya menciona en su magnífico trabajo sobre Málaga en los comienzos de la industrialización  Cristobal García Montoro, Heredia ya era un empresario ilustre y oligarca, contaba con dos (2) ferrerías en Marbella y una fundición en Málaga a pleno rendimiento, una (1) fundición de plomo en Adra (Almería), varias fábricas de jabón y doce (12) buques que cubrían la ruta con las Áméricas, además de proyectos para la construcción de una fábrica para elaborar ácido sulfúrico, y otras para hilados y tejidos en sociedad con la familia Larios. Sin embargo la importancia de Manuel Agustín, no fue su notoria fortuna o su relación con la clase oligarca malagueña, sino el importante legado histórico y tecnológico que dejó a la industria española de las acerías y a la ciudad de Málaga, como padre ferretero y promotor de una valiosa revolución industrial con episodios de auténtica reconversión industrial.

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