10 de Febrero 2022.Por las peridotitas entre el Guadalmina y el Guadalmansa del Cerro de la Mora (Pujerra). Aula museo de geología (Málaga)
Palabras clave educativa: Sierra Bermeja, Canutos de los Acebuches, Cerro de la Mora, rios Guadalmina, Guadalmansa, peridotitas de Ronda, lherzolitas con espinela, piroxenitas con espinela de cromo, plagioclasitas, relieve alpino, valles en V, carretera de San Pedro a Ronda, minas de cobre, grafito, fundición Cuesta del Pino, minería histórica, patrimonio geológico-minero.
El pasado 10 de Febrero nos desplazamos al corazón de la Sierra Bermeja (términos de Pujerra y Benahavis) desde el Puerto del Madroño en la carretera de San Pedro a Ronda, para abordar una ruta dura pero impresionante por la magnificencia de sus vistas y el paisaje sobre los valles cerrados alpinos de la Serranía de Ronda. Un paseo geológico por la divisoria de cuencas entre los rios Guadalmina y Guadalmansa que vierten sus aguas al municipio montañoso de Benahavis, antiguas coladas reales de comunicación entre la costa y la Serranía de Ronda a lomos de caballería.
El paisaje geológico montañoso con cotas entre los 800 y 1100 msnm, encierra valles afilados de laderas con pendientes superiores a los 45º y las peridotitas de Sierra Bermeja como anfitrión de esas laderas empinadas y afiladas en los topónimos de cerros del Caballo, la Mora y Doña Juana. Unas panorámicas espectaculares de la alta montaña malagueña, todavía en evolución geomorfológica y que envuelven episodios históricos llenos de riqueza y desconocimiento. Unos macizos plegados por la compresión y el choque entre placas tectónicas, exhumados desde el Manto Superior terrestre , fracturados y cizallados, y afectados por una serpentinización generalizada, donde la inestabilidad y los numerosos desprendimientos de bloques y coladas de materiales sueltos hacen de la carretera de San Pedro a Ronda, un desafío peligroso y arriesgado para la ingeniería de comunicaciones que avisa sin tapujos de los riesgos naturales y consecuencia del desconocimiento de la geología y las rocas.
Desde las laderas orientales del Cerro del Caballo (1082msnm), nos dirigimos por la cordal de Pujerra a Benahavis hacia el Cerro de la Mora (972msnm) a través del camino real, observando las texturas y composición de las rocas con lehrzolitas con espinelas de cromo, piroxenitas duras y pesadas bandeadas, y diques filonianos de plagioclasitas con turmalinas, plagioclasa, cuarzo y cordierita verde. Todo el conjunto rocoso acusa los efectos fragmentadores y compartimentados de la orogenia terciaria alpina reciente que culmina en el Mioceno inferior (20 Mll de años) con zonas cizalladas, posteriormente serpentinizadas por fenómenos de metamorfismo hidrotermal. Al fondo los arroyos de la Padilla y el Perro que vierten sus aguas al río Guadalmadina en pendientes vertiginosas llenas de gleras rocosas sueltas.
Tras las anotaciones del relieve, las rocas, texturas y componentes mineralógicos y los elementos estructurales a veces amenazantes para las comunicaciones e infraestructuras que caracterizan a las peridotitas, una parada geológica e histórica a través del sotobosque enmarañado y perdido de nuestra propias señas de identidad, a la Mina Cibeles en la Cuesta del Pino, una mineralización de cobre con subproductos de níquel que abasteció a una arcaica fundición hoy dia completamente arrasada. La mina en el paraje de Canutos de los Acebuches donde a relativa proximidad encontramos también los restos de la Mina de grafito “Marbella” al sur de la Venta la Tía, recorre un espacio histórico repleto de riqueza patrimonial que se encuentra en un estado de abandono increible. Las primeras notas bibliográficas de esta mina histórica de Sierra Bermeja, parten del Boletin Oficial de Minas de 1844 cuando ya aparece la mina denunciada de cobre llamada “Cibeles” en el paraje de la Cuesta del Pino registrada por los propietarios Jose Buendia y Antonio Fourrodona, y en 1845 la titulada “Señor del Patrocinio” por Antonio Fernandez Pinar . En el lugar, las ruinas de la fundición y los escoriales desparramados por el terreno nos evocan los episodios minero-industriales más arcaicos e intensos de la mitad del XIX de nuestra provincia de Málaga, llenos de historia, conocimiento y vanguardismo pero tremendamente ignorados y abandonados por la desidia administrativa, que en una etapa de nuestro pasado estaban aferrados al esplendor de la riqueza de los minerales de la Sierra Bermeja.
Como relata el ingeniero de minas Jose de Aldama en 1844, esta mina abastecia a una fundición en el lugar reconstruida de una sociedad de Estepona, a pleno rendimiento por la competitividad de los sulfuros de cobre alli presentes.
La Sierra Bermeja un macizo peridotitico lleno de historia y riqueza, constituido por un relieve colosal de primera magnitud a escasos kilómetros lineales de la costa, se coloca como un auténtico parque geológico en el entorno de las Cordilleras Béticas andaluzas, un privilegio para la geologia nacional y nuestra provincia, el contar con este espacio geológico-minero de 300km2 para el estudio y la investigación petrológica único en Europa y reconocido internacionalmente. Un tesoro que debido a su riqueza permitió el avance y el progreso de las sociedades más primigenias sobre el conocimiento tecnológico, uso y aprovechamiento racional del recurso de la tierra, y subsidiariamente el establecimiento de fundiciones ingeniosas del siglo XIX y previsiblemente anteriores, que permitieron la consolidación de sociedades y capitales en etapas de auténtica revolución industrial, sobre áreas remotas llenas de complejidades naturales relacionadas con la orografía abrupta, las malas comunicaciones de tortuosos y desafiantes caminos de herraduras, y la ausencia de agua.
Desde el aula museo de geologia y a través de nuestra labor de investigación y puesta en valor de nuestros recursos geológicos-mineros locales, de manera autosoportada y sin apoyo ni financiación pública alguna, hacemos nuevamente un llamamiento a la administración y municipios para que de una vez por todas, pongamos en el lugar que se merece nuestro patrimonio y pasado minero-industrial, dentro del marco geológico inmejorable de nuestro territorio como fuente de riqueza turística-natural, cultural y económica.