26 de Agosto 2018 . Baños sulfurosos “hediondos” de Ardales. Aula museo de geologia Málaga.

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26 de Agosto 2018 . Baños sulfurosos “hediondos” de Ardales. Aula museo de geologia Málaga.

Una parada y nota geológica en los antiguos establecimientos de los Baños de Ardales, ya citados en el Diccionario Geográfico-Histórico y Estadístico de España de Pascual Madoz de 1845, cuyas aguas hediondas ricas en gas sulfhídrico se encuentran en un estado bastante mejorable. El enclave presuntamente conocido en la antigüedad desde la época árabe, contaba con un establecimiento de uso público hoy desaparecido, donde según Madoz existían dos albercas, sólo conservándose en la actualidad un pilón de desagüe utilizado como abrevadero en estado mejorable, que vierte su caudal al arroyo de Cantarranas.

Éste manantial algo similar al de Carratraca y que pierde su popularidad en favor de aquéllos asentados en la villa con cierta prosperidad y renombre durante la mitad del siglo XIX, nace en el fondo de valle tapizado por el flysch terciario, sobre una terraza con los restos del desaparecido antiguo establecimiento. Analizando el quimismo de sus aguas sin embargo, vemos que se trata de un manantial bastante más mineralizado y de mayor conductividad que el de Carratraca, lo que le da un carácter propio de génesis diferente. El flysch turbidítico Oligoceno, es decir los antiguos fondos oceánicos asociados a corrientes de turbidez de talud submarino “turbiditas” formados durante la orogenia alpina, sella el contacto tectónico de orden mayor entre las Zonas Internas (Maláguide y Alpujárride en la Zona de Ardales) y las Zonas Externas (Penibético del sector Chorro-Norte de Ardales); esta zona de contacto puede ocultar fallas importantes de desgarre que faciliten el origen de la circulación profunda de estos manantiales. En este paraje del arroyo algo descuidado y sucio, asoman las aguas hediondas sulfurosas ricas en gas sulfhídrico, donde espectaculares microorganismos bacterianos filamentosos de color amarillo pálido agrupados en colonias increíbles sintetizan el azufre disuelto en el agua (H2S), y precipitan sus copos de azufre en las paredes del estanque o de forma flotante en las aguas. Nos referimos al microorganismo sulfuraria carratraquensis descrito con cierta minuciosidad por el farmacéutico malagueño Pablo Prolongo en 1873.

El gas sulfhídrico está presente en la atmósfera en concentraciones variables. Cierta proporción de este gas de origen natural, proviene de la putrefacción de la materia orgánica, también cerca de los lagos de fondos cenagosos anaeróbicos, y en áreas con actividad y emisiones geotérmicas, o incluso en los sondeos/plataformas de extracción de gas natural que cortan bolsas de hidrocarburos. De forma dañina, la industria también produce emisiones de este gas en procesos en los que participan compuestos de azufre y materia orgánica a altas temperaturas. 

Las bacterias puras de azufre usan sulfuro de hidrógeno como donador de electrones en la fotosíntesis, produciendo así azufre elemental. Esto es perceptible en algunas mineralizaciones de azufre depositadas en fondos de estanques de algunos manantiales sulfhídricos de la provincia.

Ya en 1819 el profesor Juan de la Monja director de los Baños de Carratraca, destaca las propiedades terapéuticas de estos baños en el tratamiento de afecciones crónicas del hígado, afecciones cutáneas como las úlceras, herpes, sarna, fístulas, y otras afecciones dermatológicas crónicas y del aparato digestivo-intestinal, por lo que nos encontramos con un punto de elevado interés hidrogeológico-histórico de nuestra provincia recogido en los tratados de baños y establecimientos terapeúticos de la hidrología médica, y cuya composición química y situación geológica arrojaría importante datos sobre la alimentación y circulación del acuífero, y el origen más en detalle de estas extraordinarias aguas de facies sulfatada-clorurada-sódica con indicios de flúor, litio y arsénico (IGME,1990), y contenido apreciable en gas sulfhídrico.

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